“Hoy los chicos no juegan en la calle”

-Hola, soy el profesor Pittera.

-¿Qué enseña usted?

-Educación física

-Ah…

Cincuenta años atrás, Carmelo Pittera se presentaba para ser profesor de educación física en una universidad de Italia y ante esa respuesta, en la que sintió que se menospreciaba su vocación, decidió dedicar su vida para demostrar que el grado de intelectualidad se desarrolla con el movimiento y que para eso, el rol del deporte y la actividad física no solo es vital, sino esencial.

Pittera nació en 1944 en Catania, Sicilia, y jugó desde siempre al voley. Con 28 años se transformó en entrenador de su club, Brumi Catania, en 1972, y ascendió a Primera. Ganaron el campeonato 1977/1978. Al poco tiempo se convirtió en el técnico de la selección italiana y marcó un precedente en la historia de su país cuando disputó el Mundial 1978 y fue subcampeón tras perder con Rusia la final. Fue quién convirtió a Italia en potencia mundial y gracias a él, el argentino Julio Velasco triunfó con su selección tras ganar dos Mundiales y la medalla de plata de los Juegos Olímpicos de Atlanta 1996. Pittera, además, con sus ideas pedagógicas logró que en Italia el minivoley sea parte de la currícula de educación física.

“Vayamos abajo de ese árbol que la luz está mejor”, desliza Pittera mientras posa para Clarín, a menos de 24 horas de emprender el retorno a su tierra natal, en una muestra tangible de la pasión, dedicación y obsesión que el entrenador de la selección italiana de voleibol durante 1978 y 1988, destina a cada momento de su vida.

-¿Por qué decidiste implementar tu programa educativo en Argentina?

-Tengo una afinidad especial con este país, un feeling distinto. Cada vez que vine, los profesionales de la educación física y los entrenadores de voley me recibieron muy bien. Nos interesa particularmente, junto con Enrique Edelstein, el presidente argentino de la Fundación Carmelo Pittera, que sea Argentina la vanguardia en esto. Queremos que los chicos aprender a pensar por sí mismos.

-Cómo sintetizarías el PSICOM?

-Se puede decir que es un método a favor de los chicos. El PSICOM usa como medicina al movimiento. Lo utiliza para mejorar sus aspectos cognitivos, sociales y motrices. Son ocho metodologías que están organizadas correlativamente de acuerdo a los ocho tipos de inteligencia que plantea el científico estadounidense Howard Gardner en su teoría. Básicamente, lo que hace es ensanchar la esfera motora cognitiva y social.

-Si el movimiento es la medicina, ¿Cuál sería la enfermedad?

-Hoy el problema que tenemos es que desapareció la estructura de la educación física informal. Hoy los chicos no juegan en la calle, no se relacionan entre ellos en forma aleatoria, las estructuras son siempre de grupos fijos, y desgraciadamente, los padres, conscientes de que los chicos necesitan movimiento, los llevan a los clubes donde encuentran escuelas deportivas, y no es eso lo que necesitan los chicos. Necesitan jugar en actividades que les permitan prepararse para cuando psicológica, social y físicamente estén en condiciones de entrar en el mundo del deporte.

-¿Y qué edad es esa?

-Hasta los 10 años, no es el mundo del deporte lo que necesita un chico. Un niño de 5 años hace tenis en una escuelita y está mal. ¿Qué interés puede tener? No es que un chico de 5 años no tiene que ir a un club. Tiene que ir, pero deben darle a los chicos lo que antes le daba la calle: el juego.

-¿Cómo le explicas a un padre que quiere que su hijo sea el próximo Juan Martín del Potro?

-Puede ser Del Potro, pero le damos herramientas para que desde chico aprenda a pensar y entienda no sólo el tenis, sino el deporte en general. Y así aprender a expresarse, a desarrollar sus capacidades, para que cuando llegue el momento de jugar al tenis, esté preparado.

-¿Cómo hacen los padres, entonces, para decidir qué deporte deben practicar sus hijos?

-Los padres no deben decidirlo. Son ellos mismos. La propia sabiduría de los chicos asegura que esa elección que después van a hacer es la correcta.

Pero claro, en una sociedad aprisionada en el afán desmedido del éxito, con padres inmersos en la búsqueda de notoriedad para sus hijos, pensar en una educación deportiva que no está relacionada con la inmediata gloria, sino más bien con el ensanchamiento de la pirámide de desarrollo deportivo desde las bases, suena, tal vez, demasiado utópico e ilusorio. Eso sí, Carmelo Pittera no emprende proyecto que no crea poder alcanzar, y este, precisamente, no es la excepción.

Artículo original: Diario Clarín

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